En el suroeste de Francia (la región de las Landas) hubo un tiempo en que los carteros no recorrían sus rutas a pie ni a caballo, sino sobre zancos.
Los habitantes de la región, conocidos como pastores zancudos, adoptaron esta ingeniosa solución para moverse con mayor rapidez y evitar hundirse en el barro. Los zancos, llamados échasses, les permitían no solo desplazarse con facilidad, sino también tener una vista privilegiada del horizonte.
Los carteros siguieron esta tradición, usando los zancos para entregar el correo a aldeas remotas. Con una increíble destreza, podían caminar largas distancias a gran velocidad e incluso correr si era necesario.
Sin embargo, con la llegada de la modernización, la construcción de caminos y la expansión del transporte motorizado, el uso de zancos fue desapareciendo. Hoy en día, esta práctica es solo un recuerdo de un pasado peculiar y una muestra del ingenio humano para adaptarse a su entorno.
fuente remitida: «National Geográfic W. M.»
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