Te dijeron que unas copitas no hacían daño. Que era para relajarte. Para socializar. Para celebrar. Pero nadie te contó que el alcohol puede destruir tu hígado… y dejarte así. Lo que ves en la imagen no es solo un abdomen inflamado. Es el cuerpo pidiendo auxilio. Es una cirrosis hepática descompensada. Una etapa avanzada, irreversible. Donde el hígado, ya dañado, no permite el paso normal de la sangre… y esta busca caminos alternos. Se forman estas venas dilatadas, superficiales, retorcidas: La llamada cabeza de medusa. Este paciente tiene el abdomen lleno de líquido: ascitis severa. Su riesgo de sangrado es altísimo. Basta una ruptura venosa para que la hemorragia sea masiva. Y lo peor… cuando se llega a este punto, ya no hay marcha atrás. — Cada trago es un golpe. Pequeño, tal vez… pero constante. Y cuando el hígado colapsa, colapsa también el cuerpo entero: • Sangrados digestivos • Encefalopatía hepática • Fallo renal • Desnutrición • Pérdida de conciencia — El alcoholismo no siempr...